CRÓNICA DE MI ASCENSIÓN AL TOURMALET.
Uff, creo que ha pasado casi un año, sino más , de la última vez que escribí algo en el blog. Supongo que la falta de motivación ha sido la causa principal de que haya sido así. Pero hoy me veo animado, y antes de que se me pase el calentón quiero escribir una crónica personal que me hace especial ilusión.
Este año (2023), y con 45 añitos, he cumplido un objetivo que tenía en la cabeza desde hace ya un tiempo, y no es otro que la ascensión al Col del Tourmalet en bici.
Para la gente que le guste el ciclismo, ya sea practicante o no, seguramente sabe de lo que hablo, y para el que no, seguro que si sabe que es el Tour de Francia, eso lo sabe todo el mundo. Pues el Tourmalet es un coloso, un “hors categorie” (fuera de categoría en francés), es el puerto de montaña subido en más ocasiones en el Tour, ochenta veces exactamente. Como dicen muchos artículos de ciclismo “no es el más duro, ni el más bonito, pero es el Tourmalet”. La primera vez que se ascendió en 1910 Octave Lápice (el primer corredor que lo coronó) dijo de los organizadores que eran unos asesinos. Y no le faltaría razón, hace cien años ni las carreteras, ni las bicis eran las de hoy en día.
Otra de las grandes leyendas del Tourmalet es la gesta de Eugene Cristofhe. Según dicen, bajando el puerto rompió la horquilla de su bici y tuvo que andar catorce kilómetros hasta Campan para encontrar una herrería y arreglarse la bicicleta el mismo, llegando a acabar la etapa.
Épica a parte, a mi me hacía ilusión porque soy bastante seguidor del Tour. Desde jovencito sigo la carrera. Ver a los ciclistas profesionales subir esos puertos con tanta gente animando y con esos paisajes tan bonitos engancha. En pleno verano, cuando aquí en Mallorca nos cocemos de calor, poder ver esas etapas del Tour con todo verde refresca. Y además, a mi me tocó de lleno la época de Indurain. A cuánta gente engancharía Miguel Indurain a la bici por aquella época.
Bueno, pues eso, que motivación no me faltaba para intentar subirlo. Otra cosa es que estuviera preparado, tenia mis dudas. Hay que decir que no me puedo definir como ciclista, no soy un tipo de persona que me ajuste a un sólo deporte. La verdad es que corro más de lo que voy en bici, y también me gusta caminar por la montaña. Intento compaginar todo un poco. Lo que sí que mantengo es fondo. Puedo estar dos meses sin tocar la bici que el día que salgo no me encuentro mal, incluso subiendo.
La preparación que tenía era justita. Entre el trabajo y el calor que hace estos últimos veranos en Mallorca, lo de entrenar en Julio y Agosto se me da muy mal. Confiaba bastante en el fondo que me quedara y la motivación extra de subir aquellas montañas.
Pues con esa motivación y aprovechando que mis hijos estaban de campamento de verano, mi mujer y yo organizamos un viaje a los Pirineos franceses con nuestra furgoneta. Las fechas? principios de Agosto, Dirección? Saint Lary-Soulan-Valle del Aure, tiempo? Cinco días.
El plan era pasar cinco días por los Pirineos franceses haciendo un poco de turismo, un poco de trekking y lo que pudiera en bici, incluyendo por supuesto la subida al Tourmalet. Al final se cumplieron todos los objetivos del viaje. Visitamos los valles de Louron, Aure, Luz-Gavarnie, Ossau y Valle de Tena. Realizamos dos excursiones a pie, al Circo de Gavarnie y hasta el refugio de Oulettes de Gaube, para ver la cara norte del Vignemale, y subí en bici los puertos de Val Louron, Aspin y Tourmalet. Para cinco días no está mal.
Bueno, ahora que ya hemos explicado el contexto, vamos con la crónica del día “Tourmalet”:
Día 6 de agosto del 2023, amanece una mañana tapada con nubes bajas que mi “instinto meteorológico” me dice que disiparán. Después de un desayuno contundente, nos ponemos en marcha (yo en bici y mi mujer en furgo). La salida es de Grezian, un pueblecito cerca de Arreau en el valle de Aure.
El día anterior había hecho la subida al col de Val Louron-Azet para tener un primer contacto con los puertos pirinaicos y porque me hacía ilusión conocer la subida donde empezó la leyenda de Indurain.
Siguiendo con el día en cuestión, decir que decidí subir en la misma etapa el col de Aspin primero y después el Tourmalet. Podría haberlo hecho de otra manera, por ejemplo subirlo desde Bagneres de Bigorre, haciendo una aproximación más larga pero sin subir otro puerto antes. Pero al final opté por hacerlo un poco más duro y así subir el Aspin que también es una subida mítica en el Pirineo francés.
El col de Aspin es duro. Doce kilómetros, que por equipararlo a algún puerto de Mallorca vendría a ser parecido a la Calobra. Después del corto descenso desde Grezian y saliendo del pueblo de Arreau, un desvío a la izquierda nos indica el inicio de la ascensión. Los primeros cinco kilómetros son llevaderos, y a partir del 7 hasta el final son más duretes. Al venir fresco y motivado no se me hizo largo. En la cima, donde me esperaba mi mujer, nos hacemos las fotos de recuerdo e inicio el descenso. Un descenso tranquilo, de hecho hace frío, hasta Saint Marie de Campan.
Saint Marie de Campan, inició de la ascensión al gran Tourmalet. Me paro, antes de comenzar, para hacer unas fotos en la plaza del pueblo, en la cual hay la estatua homenaje Eugene Cristofe.
Hay mucho ambiente en la cima del puerto. Muchos ciclistas, moteros, turistas…mucha gente en general. Es agosto y se nota. El Col du Tourmalet no pasa desapercibido para nadie.
Bueno, mi etapa acaba aquí. Ha sido un sueño hecho realidad. Quizá vuelva en otra ocasión para hacer la vertiente de Luz y otros grandes puertos como el Aubisque, Autacam o Luz-Ardiden, pero de momento, con lo conseguido estoy súper contento, y más contento aún de poderlo contar.
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